APRENDIZAJE COOPERATIVO: sinergias para construir una sociedad más creativa y solidaria

APRENDIZAJE COOPERATIVO: sinergias para construir una sociedad más creativa y solidaria

Las personas que formamos el equipo de Educando tenemos algunas certezas con respecto al papel que deben cumplir nuestras escuelas. Creemos firmemente que su mayor reto, y a la vez, su responsabilidad más importante, es la de promover una sociedad productiva y más solidaria que pueda garantizar una buena calidad de vida para cada uno de sus miembros.

La sociedad le está reclamando urgentemente a la escuela un nuevo modelo educativo, y nuestra labor fundamental es reflexionar sobre las herramientas y marcos didácticos que puedan favorecer ese nuevo modelo. Junto con el entorno familiar, la escuela es una microsociedad donde intuimos, aprendemos (o desaprendemos…) y ponemos en práctica aquellos valores, capacidades y formas de actuar que más tarde nos acompañarán en nuestro camino social.

Si la escuela es un “ensayo de vida”, ¿por qué en estos momentos de incertidumbre y de cambio seguimos insistiendo en un modelo desfasado que promueve la estandarización, la convergencia y la falta de personalización del proceso de aprendizaje? ¿Podemos educar a los ciudadanos del futuro solo con las herramientas del pasado? Es obvio que no.

Mucho se ha escrito sobre el Aprendizaje Cooperativo y son numerosos los centros de formación y escuelas que la usan en sus aulas. Sin embargo, los que nos movemos en el mundo educativo sabemos que, en cuestión de metodologías, hay también muchas “modas” y parece que últimamente otros marcos y tendencias metodológicas están desplazando la popularidad del AC. Hoy quisiera dejar constancia de algunos argumentos por los que, para mí y mi equipo en Educando, sigue siendo una de las formas más completas y adecuadas de entender el aula en los tiempos que corren.

El Aprendizaje Cooperativo agrupa diversas metodologías: desde técnicas concretas en el aula hasta marcos de enseñanza y actitudes conceptuales. La idea que subyace como eje vertebrador es que el conocimiento se construye socialmente, y por tanto el aprendizaje profundo y verdadero es espoleado y facilitado por la interacción, la evaluación y la cooperación entre iguales.

Apostar por el Aprendizaje Cooperativo significa lograr una verdadera escuela inclusiva, que permita además la sinergia de las inteligencias y habilidades de nuestros alumnos con el fin de generar una mayor creatividad.

Una verdadera escuela inclusiva es la mejor garante de la igualdad de oportunidades. La inclusión está directamente relacionada con la Calidad de la educación y con el derecho a la igualdad de oportunidades, derecho ampliamente reconocido como principio general en las leyes educativas. Cuidado aquí: derecho a la igualdad no quiere decir tratar a todo el mundo de la misma manera, sino a cada alumno según sus necesidades específicas, o lo que es lo mismo, llegar a las mismas metas pero por distintos caminos. En este sentido, un aula cooperativa bien gestionada genera un clima que celebra el reconocimiento mutuo y la diferencia, como modo de sacar el máximo partido de la individualidad de cada alumno. Dice el gran maestro Fernández Bravo que “necesitamos educar más desde la mente del que aprende, y no tanto desde la mente del que enseña”. El Aprendizaje Cooperativo hace que el alumno pasivo se convierta en aprendiz activo, y que su forma de acceder a la información y transformarla en conocimiento inspire al resto de sus compañeros. Sus logros son compartidos y multiplicados; y son importantes las habilidades sociales, el control de los impulsos y el diálogo asertivo.

Usar el Aprendizaje Cooperativo significa, además, favorecer una escuela que eduque las habilidades necesarias para el pensamiento emprendedor. Tres son las habilidades que debemos promover en nuestros niños y jóvenes para que se conviertan en futuros emprendedores: su autonomía e iniciativa personal buscando una mayor proactividad; sus habilidades de gestión, y finalmente su pensamiento divergente y creatividad. Trabajar en aulas cooperativas fomenta, definitivamente, una mejor capacidad de liderazgo, el desarrollo de una interacción social más sana y equilibrada, y la mejora del trabajo en equipo. Y es que, como decía Pere Pujolàs, no se trata solo de “Cooperar para Aprender” sino, fundamentalmente, de “Aprender a Cooperar”.

Me atrevo a apuntar que una de las carencias que nos han impedido avanzar más como sociedad es que los adultos no siempre sabemos trabajar y aprender en equipo. Creo que, en gran parte, esta situación se ha producido porque el sistema educativo ha promovido estructuras y objetivos de aprendizaje en los que predomina el individualismo o la competición, y no la cooperación. En estas estructuras competitivas (en que el alumno obtiene una mejor calificación si sus compañeros rinden menos) se ha visto el error como un estigma, no como una oportunidad para aprender y avanzar. Las aulas cooperativas pueden fomentar una cultura diferente con respecto al error, puesto que las metas de los alumnos son compartidas y el equipo trabaja hasta que todos las consiguen. Además, es más sencillo superar el miedo al fracaso en un grupo de iguales que solos ante el profesor (y todos sabemos que, para educar el pensamiento emprendedor, hay que superar ese pánico a equivocarse…).

Por último, me gustaría recordar que, al contrario de lo que sucede con algunas metodologías “de moda” que no tienen fundamentación científica demostrada (los llamados “neuromitos en educación”) existen desde hace tiempo numerosos estudios científicos que avalan el impacto muy positivo del Aprendizaje Cooperativo, tanto en el logro académico como en el clima de las aulas, cuando se compara con entornos individualistas o competitivos. Existen, al menos, 148 estudios independientes comparando el impacto de los esfuerzos cooperativos, competitivos e individualistas sobre el logro y las relaciones, con una muestra de 17000 preadolescentes y adolescentes, 11 países y 4 muestras multinacionales. Todo ellos muestran mejores logros y relaciones más positivas en situaciones de cooperación que en las individualistas o las competitivas, y las relaciones positivas entre pares explicaron el 33% de la variación en un mejor logro. (Roseth, C.J. Johnson D.W. y Johnson R.T. (2008) “Promoting Early Adolescents’ Achievement and Peer Relationships”. Psychological Bulletin)

En definitiva, en Educando estamos convencidos de que hay numerosas razones para promover el Aprendizaje Cooperativo en nuestras aulas, porque se produce en ellas:

  • Mejor desempeño y mayor atención.
  • Mayor empleo del razonamiento y del pensamiento crítico.
  • Mayor capacidad para ver las situaciones desde el punto de vista del otro (empatía).
  • Mayor motivación intrínseca.
  • Actitudes más positivas con respecto a los profesores.
  • Mejora de la autoestima y autoconcepto escolar.
  • Conducta menos disruptiva y más centrada en la tarea.
  • Mejor adaptación al entorno escolar.
  • Construcción de comunidades de aprendizaje realmente cooperativas.

Y cuando lleguen las dificultades… ¡Juntos podemos superarlas!

 

Eva Teba Fernández

Dirección Pedagógica de Educando

Publicado por primera vez en

https://ineverycrea.net/comunidad/ineverycrea/debate/aprendizaje-cooperativo-sinergias-para-construir/09ed98ea-d5fb-4f6b-a8b9-e02d03ee0750



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